Movimiento Asociativo
RESUMEN:
Artículo de Pedro Otón, presidente de honor Down España, presidente Comisión Responsabilidad Social Empresarial y Discapacidad Cermi para la revista corresponsables
La RSC en las organizaciones de Discapacidad: Alicia al otro lado del espejo.
Parto del hecho de que la relación y visión de la RSC entre las empresas y las organizaciones de discapacidad, todavía no está en sintonía o con la mutua comprensión necesaria.
Las organizaciones de Discapacidad todavía pecamos de una opinión algo antigüa y utilitarista del fin de la RSC por parte de las empresas. Es una visión que conlleva cierta incomprensión de varias de esas políticas y unas peticiones en términos de apoyo e implicación económica, a menudo excesivas. Exigimos planes y políticas y recursos de apoyo por parte de las empresas, demandamos una mayor implicación en la contratación y en la liberación del talento y oportunidades de las personas con síndrome de Down, y pedimos que se tenga plena fe en nuestras posibilidades. Pero a veces, nos cuesta entender los fríos puntos de vista que cualquier política debe tener para ser sostenible (también en la RSC).
Al mismo tiempo, también vemos claro que muchas empresas responden con una concepción caritativa o más bien romántica, sobre la labor social de las organizaciones de discapacidad, y sobre las propias personas con discapacidad. Se obsesionan por los planes de voluntariado (sin juzgar si son reales sus efectos o si son necesarios o no para la propia ONG), se orientan hacia la intervención final a la persona con discapacidad (el producto) sin atender el apoyo a las otras fases necesarias (apoyo, organización, acción en el entorno), y muchas veces enfocan la Gestión de Recursos Humanos hacia la discapacidad, sin asumir total y abiertamente el cambio de orientación (solidaridad, ejercicio de derechos, dignidad de las personas) que conlleva esta política. No queremos que la discapacidad sea la tarjeta de visita de una empresa que aborda la RSC, sino que implique una asunción real de asunción y compromiso por las personas con discapacidad.
Creo con claridad que las organizaciones de discapacidad tenemos que hacer nuestro propio viaje de Alicia, ir al otro lado del espejo y ponernos en situación de autoexigencia respecto a la Responsabilidad de nuestra Responsabilidad Social: dotarnos de acciones claras de participación y consulta con nuestros propios profesionales, que los sistemas de conciliación familiar y los horarios razonables sean parte de nuestro funcionamiento, crear y mantener programas de formación y gestión del talento profesional que ya tenemos y no asumir que somos simples mediadores para futuros objetivos profesionales, aumentar la eficacia en el control de gastos y en la gestión de recursos, que la acción por la sostenibilidad ambiental de nuestra gestión sea también una seña de identidad. Hacerlo así, nos pondrá en una legitimidad aún mayor para ser interlocutores ante las empresas y sentarnos en un plano de igualdad (no sólo por nuestra labor, tarea y misión en el campo social, sino también por nuestra aportación en primera persona).
Para una ONG ser parte de “lo social” no es suficiente, hay que actuar en consecuencia. Sinceramente, parte de las exigencias que he mencionado antes son nuestro día a día: somos entidades con una fuerte implicación de nuestros profesionales en el proyecto, donde la adaptación a las necesidades de las familias y de los horarios se tiene en cuenta en la medida de lo posible, muy volcadas a la eficiencia y al uso ajustado de los recursos (por lo escasos normalmente). Lo que más posiblemente nos falta es acreditarlo, reconocerlo, visualizarlo, hacerlo público y expresarlo como una parte más de nuestra identidad.
Este viaje al otro lado del espejo, tendrá la ventaja de que nos aportará una mayor sintonía con las exigencias que hacemos a los departamentos de Recursos Humanos de las empresas con las que nos vinculamos a través de sus programas de RSC. Comprobar en primera persona las dificultades de los ajustes, el esfuerzo y la dedicación que conlleva, nos hará mejores. Pero sobre todo nos hará tener un talante reivindicativo más justo y legítimo, aunque –seamos claros- no será menor que el que exigimos en la actualidad.
Las prácticas específicas de contratación de personas con discapacidad por parte de las empresas todavía tienen pendiente un gran recorrido. Conseguir una aceptación plena de su importancia, de su conveniencia, del convencimiento ético de su deseabilidad, no son labor de un verano. La Discapacidad es una gran dimensión en nuestras sociedades modernas; por su peso estadístico (un 10% de la población en España), por su peso ético (la Convención de Derechos humanos de personas con Discapacidad, así lo refleja) y por su indicador de progreso (una sociedad que acepta y abarca sus singularidades, siempre estará más preparada en términos de cohesión y vitalidad).
Las formas para que las empresas realicen acciones por la inserción laboral de la Discapacidad son amplias y flexibles (contratación, compra de productos y servicios de las entidades, apoyo económico o no en programas específicos de empleo con apoyo, promoción de la formación pre-laboral, laboral y ocupacional,..) y al mismo tiempo son estériles sino se acompañan de una necesaria “complicidad” con las entidades del Tercer Sector, con sus proyectos, y de un claro convencimiento de su necesidad. Las organizaciones de Discapacidad también tenemos un papel para hacerlas posibles, asumiéndolas dentro de nuestro funcionamiento interno como un aspecto más de nuestra personalidad.
Esta colaboración es un viaje apasionante a “un país de las maravillas” que está a nuestro alcance. Las dos caras del espejo son parte del mismo espejo, bien lo sabemos, y necesitan apoyarse mutuamente para hacer su labor.
Pedro Otón. Presidente DOWN ESPAÑA