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RESUMEN:
En los últimos 25 años, nuestro sistema educativo ha ido evolucionando hacia políticas educativas cada vez más inclusivas. Los alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo, dejaban de ser segregados en centros específicos de Educación Especial para integrarse en los centros ordinarios. Pero, ¿seguimos avanzando hacia una escuela de todos, para todos y con todos o nos encontramos frente a un modelo educativo estancado?
¿Una escuela para todos? El reto de las asociaciones
En los últimos 25 años, nuestro sistema educativo ha ido evolucionando hacia políticas educativas cada vez más inclusivas. Los alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo, dejaban de ser segregados en centros específicos de Educación Especial para integrarse en los centros ordinarios. Pero, ¿seguimos avanzando hacia una escuela de todos, para todos y con todos o nos encontramos frente a un modelo educativo estancado?
La realidad es que tenemos que continuar avanzando. No podemos permitirnos un estancamiento o, incluso, una regresión en determinadas etapas educativas, como es el caso de
Durante estos últimos años, hemos comenzado a escuchar y utilizar con mayor frecuencia el término de educación inclusiva. El marco legal vigente en materia de Educación (Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación) está impregnado de su filosofía, como así queda recogido en su título preliminar, capítulo I: Principios y Fines de
Pero, ¿cuál es el significado del término educación inclusiva? Podríamos empezar diciendo que la educación inclusiva defiende el derecho a la educación de TODAS las personas. No hablamos de alumnos con y sin discapacidad, sino de diversidad. En las aulas no existen los “especiales”, los “normales” o los “excepcionales” sólo existen alumnos. Cada persona
Cuando hablamos de educación inclusiva lo hacemos creyendo en un único sistema educativo, sin modalidades de escolarización, adaptado a las diferentes necesidades, características, intereses y capacidades de cada alumno, donde todos son incluidos en clases ordinarias y ninguno sale del aula para recibir las ayudas o apoyos que puedan necesitar, lo que exige que los recursos estén en el aula y los profesores de apoyo realicen una importante tarea de coordinación con el profesor tutor.
Son muchos los profesionales del mundo de la educación, e incluso familias, que están apostando por excluir a los alumnos con síndrome de Down de las aulas ordinarias y así prestarles una ayuda especial como mejor fórmula de aprendizaje. Ante esta situación hemos de cuestionarnos si realmente es ésta la única solución; si realmente es la mejor solución para los alumnos con síndrome de Down; a quién beneficia esta alternativa; cuál es el mensaje que recibe tanto el alumno que sale del aula como el que se queda dentro.
Por suerte para todos, ya existen profesores que buscan formas de trabajar con todos los alumnos, que no subestiman lo que pueden aprender los alumnos con trisomía 21, y que además han corroborado el impacto positivo que tiene para todo el alumnado las adaptaciones de materiales y recursos para la atención a la diversidad: el trabajo colaborativo entre el profesorado (dos profesores dentro del aula), el aprendizaje cooperativo, las enseñanza multinivel, los apoyos visuales, las pizarras digitales, los retroproyectores… Todos estos recursos mejoran las condiciones de aprendizaje de TODO el alumnado.
¿Por qué no enseñar todo a todos? ¿Deben los alumnos con síndrome de Down recibir una enseñanza reducida y alejada del currículum ordinario? Sabemos que enseñar todo a todos no se logra ofreciendo a los alumnos lo mismo. Cada alumno puede aprender algo diferente sobre una misma actividad. Por ejemplo, si explicamos las fracciones, algunos alumnos las representarán gráficamente, otros serán capaces de saber cuáles son equivalentes y otros sumarlas y multiplicarlas. Las actividades que programemos para los estudiantes con síndrome de Down no deben alejarse del currículum ordinario, ¿por qué no estudiar Historia?, ¿Geografía?, ¿Biología?... He comprobado como un alumno con trisomía 21, al estudiar la estructura social de
¿Pueden estos chicos aprender objetivos y contenidos de la E.S.O.? No me cabe la menor duda. Las dificultades educativas de un alumno con síndrome de Down no pueden ser explicadas simplemente por su condición de discapacidad, necesitamos un cambio del sistema educativo, una escuela para todos, donde se eliminen las barreras que dificultan el aprendizaje y la participación de todo el alumnado.
Como madre, me gustaría que mis hijos aprendieran en la escuela de la diversidad, conociendo, respetando y valorando
¿No estamos asumiendo un gran riesgo? Dado el momento tan delicado en el que se encuentra nuestro sistema educativo, donde el fracaso escolar se extiende a todos los alumnos, podría ocurrir que las asociaciones asumieran competencias en materia de Educación y las viéramos convertidas en Centros de Educación Especial. ¿Es esto lo que se pretende?.
Avanzar hacia la inclusión educativa implica una respuesta activa de los centros escolares, las familias y los representantes de las asociaciones e instituciones. Exijamos el derecho a la educación (art. 26 de
La inclusión educativa no es una utopía, ya existen ejemplos de prácticas y experiencias inclusivas que demuestran que la inclusión escolar es una realidad. Las asociaciones tenemos el deber de hacer llegar a los centros, a las aulas y a los profesores los métodos, las estrategias y los recursos que posibiliten el aprendizaje y la participación de todo el alumnado. Hablar de inclusión no es solamente hacer referencia a una forma distinta de comprender la educación, vamos más allá, es una forma distinta de ver la sociedad y la vida misma.
No caigamos en la desesperanza ante las dificultades. Nadie nos dijo que esto fuera fácil. Si queremos hacer realidad la inclusión educativa, no debe importarnos la magnitud de los obstáculos, sino el tamaño de nuestra motivación por conseguir el sueño deseado.
Ana Belén Rodríguez Plaza - Psicóloga
Coordinadora de
Coordinadora del programa de recursos educativos “Enséñame” DOWN MÁLAGA